Sensaciones nuevas

Para los que la nieve no forma parte de nuestro imaginario de la niñez, y que sólo la habíamos visto caer en las películas de Navidad, porque hemos nacido en el Trópico, luego de la curiosidad satisfecha de verla caer por primera vez, día que no olvidaré jamás, y que puede comparar con muchísimos efectos como: el maná bíblico, una lluvia de confetis blancos en una fiesta, la espuma de las discotecas, lágrimas cuajadas que lloran por alguien, etc, luego de un tiempo de que la nieve lleve en los andenes puede resultarnos molesta: molesta para caminar, peligroso el hielo porque puede producirnos caídas, y molestar la vista por el reflejo de la luz, y esperar ansiosamente el verde que recordamos de nuestras montañas. En conclusión tal vez para nosotros no sea tan importante.

Pero para los que la han vivido desde la niñez, cuando llega el invierno y sobre todo enero y aún no la han visto, aparece el mono (nostalgia) por la NIEVE y la desean ansiosamente.

Es lo que ha pasado en Vitoria esta semana, y puede uno observar felicidad, tranquilidad y hasta sensaciones de transformación en el ánimo de las personas, producto de que ha llegado. Me causa extrañeza esta necesidad interna de verla caer, disfrutarla y como sentir que todo se repite y que es necesario que en nuestras vidas se produzcan esas repeticiones.